domingo, 6 de abril de 2008

Escuela de Oración: los discípulos de Emaús


Domingo III Tiempo Pascual. 6 de Abril de 2008.

Adicción:
De nuevo, en este domingo, día dedicado a Dios, sitúate. Eres junior y por tanto Jesús es mucho más que un personaje histórico, es tu mejor amigo por el que caminas por el camino que Él te marca, es decir, por la vocación.
El está ahí y va a hablarte.

Oración preparatoria:
En el comienzo de esta oración voy hacia ti Jesús, quiero marchar decidido por el camino que tú en el Evangelio y la oración me vas a marcar, para que mi vida sea lo que tu esperas de ella y que seré capaz de descubrir si me abro a ti y te escucho en tu Palabra, la que ahora me diriges.

El texto, Su Palabra:
Lectura del santo evangelio según san Lucas 24, 13-35Dos discípulos de Jesús iban andando aquel mismo día, el primero de la semana, a una aldea llamada Emaús, distante unas dos leguas de Jerusalén; iban comentando todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo.Él les dijo:- «¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?»Ellos se detuvieron preocupados. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le replicó:- «¿Eres tú el único forastero en Jerusalén, que no sabes lo que ha pasado allí estos días?»Él les preguntó:- «¿Qué?»Ellos le contestaron:- «Lo de Jesús, el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él fuera el futuro liberador de Israel. Y ya ves: hace dos días que sucedió esto. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado: pues fueron muy de mañana al sepulcro, no encontraron su cuerpo, e incluso vinieron diciendo que habían visto una aparición de ángeles, que les habían dicho que estaba vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron.»Entonces Jesús les dijo:- « ¡Qué necios y torpes sois para creer lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su gloria?»Y, comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó lo que se refería a él en toda la Escritura.Ya cerca de la aldea donde iban, él hizo ademán de seguir adelante; pero ellos le apremiaron, diciendo:- «Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída.»Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció.Ellos comentaron:- «¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?»Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo:- «Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón. »Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
Composición de lugar:
¿No te has sentido alguna vez como los discípulos de Emaús? Esperabas tanto de los juniors, de la Iglesia, de Dios y cansado, a pesar de que allí te decían que Él está vivo. Te han decepcionado, te ha decepcionado. Te marchas, “esperabas”. O quizás también sientas la tentación de dejar el junior o después de un tiempo estás cansado. Hay tantas ilusiones puestas en él, nos volcamos en aquello que consideramos va a llenar nuestra vida y llega un momento que nos decepciona. Pasa con todo, con los amigos y amigas, incluso con los padres en la adolescencia, con el trabajo y con las asociaciones donde invertimos nuestro tiempo libre, el futbol, la comparsa, la ong,...
Jesús sale a tu encuentro y te recuerda que es necesario el fracaso, el pasar por esas experiencias de crisis para así poder vivir una fe más madura. Él sale en la Palabra de Dios, la Biblia y los sacramentos. Ahora está haciéndose el encontradizo en este camino. Imagina que eres Cleofás y hablale con sus palabras y deja que él te responda.

Coloquio:
Después de hablarle con las palabras de Cleofás, dile lo que sientes, lo que quieras, estás con Él y Él te escucha.