miércoles, 16 de abril de 2008

Escuela de Oración. Semana III. Día 3º


III Semana. Miércoles 16 de Abril

Adicción:
Siguiendo el esquema que nos ofrece el libro de la editorial CCS “Cuando vayas a orar”. Después de encontrar a Dios en la naturaleza, los demás, los recuerdos y el interior de cada uno de nosotros, llegamos al que es el centro y cima de la oración: Jesús. A él es a quien buscamos, pues como bien se afirma en la campaña de este año es el Camino, la Verdad y la Vida, el rostro de Dios. Por eso el ser humano que siempre ha buscado a Dios encuentra en él el rostro, el único rostro que puede ver de Dios. Cuando lo imaginamos tenemos que tener presente que la única representación real de Aquél que es invisible, inabarcable, incomprensible, irrepresentable es la de Jesús, pues es el rostro del Dios invisible
Así lo afirma un autor cristiano antiguo, S. Atanasio: “el mismo se ha hecho visible con su cuerpo para que nosotros pudiéramos hacernos una idea del Padre invisible”.
Por eso hoy comienza la oración contemplando una imagen de Jesús.

Oración preparatoria:
Pídele a Jesús que te ayude a escuchar su voz en el texto bíblico, como la fuente que recibe el agua de la lluvia, que la Palabra entre en tu corazón para desde él brotar de nuevo.


El texto, Su Palabra:
Ahora, así dice Yahvé,
el que te ha creado, Jacob,
el que te ha plasmado, Israel.
No temas que yo te he rescatado,
te llamé por tu nombre, y eres mío.
Si cruzas las aguas, yo estoy contigo,
si pasas por los ríos, no te hundirás.
Si andas sobre brasas, no te quemarás,
la llama no te abrasará.
Porque yo soy Yahvé tu Dios,
el santo de Israel, tu salvador.
Entregué a Egipto como rescate por ti,
a Cus y Seba en tu lugar,
dado que eres precioso a mis ojos,
eres estimado, y yo te amo.
Pondrés a la humanidad en tu lugar,
a pueblos en pago de tu vida.
No temas, que yo estoy contigo;
desde Oriente haré volver tu raza,
y desde Poniente te reuniré.
Diré al Norte: “Dámelos”;
y al Sur: “No los retengas”.
Trae a mis hijos de lejos,
a mis hijas del confín de la tierra;
a los que son llamados por mi nombre,
a los que para mi gloria creé,
a los que plasmé y formé.
Is 43, 1-7

Composición de lugar:
El texto se refiere en primer lugar a Israel, a quien promete la liberación de sus enemigos, recordando lo que Dios hizo en Egipto por Él. Por eso imagínate que eres un israelita que escucha este texto, desterrado junto a los canales o acequias de Babilonia. ¿Qué sientes?
Y después subraya o cambia a negrita las frases que más te llamen la atención. Con dos o tres frases hay bastantes. ¿Qué te sugiere?, ¿qué te está diciendo Dios a ti, ahora?

Coloquio:
¿Qué le dices a Dios?
Ejercicio de esta semana:
Ante la voluntad de Dios por crearme, aparece nuestra pregunta más radical: ¿para qué estoy aquí?, ¿qué ha pretendido Dios al crearme?, ¿tiene algún sentido mi vida?... Esta semana iremos respondiendo desde las preguntas de al composición de lugar.

Examen de la oración:
“Miraré cómo me ha ido en la meditación”:
¿Considero al comienzo de la oración en presencia de quien estoy?
Al rezar el espacio donde me encuentro cambia, pasa a ser sagrado. Esta palabra significa separado, lo sagrado es lo separado, lo que se encuentra en otra dimensión, frente a lo profano que es nuestro mundo. La Iglesia es un espacio sagrado, es decir, pertenece al mundo de Dios. Cuando yo rezo Dios está en ese lugar de una manera especial. Por eso caigo en la cuenta de que Dios está conmigo, cerca de mí, dentro de mí... miro que voy a estar con él, y hablar con él.