sábado, 5 de abril de 2008

Escuela de Oración. Semana I - Día 5º


I Semana. Viernes 4 de Abril.

Adicción:
El primer punto es el más difícil, pues consiste en un acto de fe. Me paro y dejo de hacer lo que estaba realizando para dedicar un rato a quien no veo ni puedo tocar, a Dios. Por eso nos viene la tentación: es fruto de mi imaginación, si igual ni existe o no me escucha, quizás sea fruto de la educación que he recibido o de los curas que se empeñan en hacerme creer lo que algún que otro profesor o profesora me dice que no existe.
Sin embargo, como bien afirma Mª Dolores López Guzman, teóloga, esposa y madre de familia, autora del libro que seguimos en este punto, “la relación con Dios es real porque es Él quien se acerca a mí. Si dependiera de mí entonces no sería posible. El hombre no tiene la capacidad de coger a Dios de la oreja para llevarle a donde él quiera. Es el Señor quien ha escogido ponerse delante de su criatura, hacerse asequible y establecer así un diálogo con él”.
Pues adelante, Dios está aquí. Comienza escuchando el latido de tu corazón. Si se mueve es porque él quiere.
Sigamos con el guión que nos ofrece el Seminario Menor.

Oración preparatoria:
Pídele a Dios que aparte de ti la tentación de creer que estás hablando contigo mismo, haciéndote sentir su presencia.


El texto, Su Palabra:
Salmo 42
Como anhela la cierva los arroyos,
así te anhela mi ser, Dios mío.

Mi ser tiene sed de Dios,
del Dios vivo;
¿cuándo podré ir a ver
el rostro de Dios?

Son mis lágrimas mi pan
de día y de noche,
cuando me dicen todo el día:
¿Dónde está tu Dios?

El recuerdo me llena de nostalgia:
cuando entraba en la Tienda admirable
y llegaba hasta la casa de Dios,
entre gritos de acción de gracias
y el júbilo de los grupos de romeros.

¿Por qué desfallezco ahora
y me siento tan azorado?
Espero en Dios, aún lo alabaré:
¡Salvación de mi rostro, Dios mío!

Me siento desfallecer
por eso te recuerdo
desde el Jordán y el Hermón
a ti, montaña humilde.

Una abismo llama a otro abismo
en medio del fragor de tus cascadas,
todas tus olas y tus crestas
han pasado sobre mí.

De día enviará Yahvé su amor,
y el canto que me inspire por la noche
será oración al Dios de mi vida.

Diré a Dios: Roca mía,
¡por qué me olvidas?
¿por qué he de andar sombrío
por la opresión del enemigo?

Me rompen todos los huesos
los insultos de mis adversarios,
todo el día repitiéndome:
¿Dónde está tu Dios?

¿Por qué desfallezco ahora
y me siento tan azorado?
Espero en Dios, aún lo alabaré:
¡Salvación de mi rostro, Dios mío!

Composición de lugar:
El salmo nos ofrece una bellísima oración de un creyente que sufre la indiferencia y el desprecio de quienes le rodean. Ante el abatimiento el salmista fija su mirada en Dios y en él confía. Las imágenes son bellísimas: la cierva, símbolo del amor, buscando las fuentes, los montes, los abismos,... La naturaleza ofrece al orante las palabras y los simbolismos que enriquecen su oración.
Por eso en primer lugar imagina al salmista, pinta en tu interior estos elementos, la cierva buscando agua, el río Jordán, el monte Hermón,...
Pero ahora te corresponde situarte dentro de ella. Como habrás observado ser fiel a Dios no es nada fácil, es ir contracorriente, ahora y en tiempos del salmista, es decir, durante el destierro en Babilonia (s.V a.C.). ¿Quienes son para ti los que te insultan diciéndote “¿dónde está tu Dios, Jesucristo?”. Ser junior no es fácil, vivimos también en el destierro, en una sociedad en la que Dios no tiene cabida y en la que los cristianos muchas veces somos considerados ilusos, tentados a abandonar la Iglesia. Por eso debemos fijar nuestra mirada en Jesús, a pesar de las dificultades, las incomprensiones y el que a veces parezca que se esconde. Debemos ser como esa cierva, buscar las aguas que se encuentran en la Palabra de Dios y en la Eucaristía, ellos son los manantiales que sacian nuestra sed.

Coloquio:
Y ahora háblale, dile lo que te ha parecido este salmo.

Ejercicio de esta semana:
Recuerda de dedicar un rato de silencio durante este día.

Examen de la oración:
Concluimos esta semana en la cual si recuerdas fijamos nuestra mirada en dos personajes del Antiguo Testamento (Abraham y Samuel) para seguidamente sentirnos discípulos de Jesús y desde esta experiencia de descansar con Él hablarle con las palabras del salmista, como oveja que siente la cercanía del pastor y como cierva que busca las fuentes para saciar la sed.
Revisa como te ha ido y la próxima semana... más.